Me enseñaste cosas tan bellas.
Me enseñaste que soñar
no es una perdida de tiempo.
Me enseñaste a apreciar las cosas
simples que nunca tomaría en cuenta.
Me enseñaste a perdonar
porque olvidar no es perdonar.
Me enseñaste a ver que
cada cosa cae por su propio peso.
Me enseñaste a creer
que lo que hago es esencial.
Me enseñaste muchas cosas más.
Me mostraste el mundo
con otros ojos.
Me ayudaste en los peores momentos.
Me ayudaste a gritar lo que sentía.
Me diste alas para
así poder volar.
Me diste la libertad
de ocuparlas.
Y al hacerlo,
me viste con otros ojos
y...
te perdí.
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