EN LA RECTA FINAL
Yo siempre dije que nunca correría un maratón, pero hace unos días falte a mi palabra.
Lo hice para saber que se sentía y si podía lograrlo.
Dicen que correr un maratón es una lección de vida.
Yo creo mas bien que el maratón ES COMO LA VIDA.
Los primeros 10 kilómetros son como la infancia, la primaria, la secundaria, la prepa. Inicias emocionado con una sonrisa, brincas, juegas, gritas, vas acelerado rodeado de cientos de personas que no conoces y haces amigos, bromeas con todos. Unos rápido otros lento. Sientes que nada te puede detener.
Del kilómetro 10 al 20 son como la juventud. Es la universidad, el trabajo, la vida de soltero. Ya no es una multitud la que viene a tu lado y entras en tu ritmo. Y los que van a un lado que son muchos aun van mas o menos igual. Te sientes fuerte pero vas mas concentrado. Aun sonríes, juegas y bromeas, sigues disfrutando tu carrera.
Del kilómetro 20 al 30 posiblemente ya estas casado y con hijos, todo se hace mas pesado. Te empiezas a administrar, en tu mente haces números, cuentas, checas el reloj mas seguido. Caes en cuenta que estas en la mitad de tu carrera y que lo mas difícil esta por venir, aun con algo de fuerza sigues adelante con un puñado de gente a tu alrededor. Agradeces las porras con una sonrisa y algún ademán o grito esporádico, no quieres gastar energía de mas.
Del kilómetro 30 al kilómetro 40 tienes hijos grandes y ves tu vejez cada vez mas cerca. Tu cuerpo ya no responde cómo antes, estas solo por espacios muy largos. Los dolores te atacan y sientes que ya no puedes, cualquier subida parece una montaña, ya no hay fuerza, solo hay voluntad. Las palabras de aliento las agradeces con una mueca mas que con una sonrisa que parece dolor. Animas al que puedes para animarte a ti mismo y a veces corres, a veces caminas, a veces luchas contra ti mismo, contra tu mente que quiere abandonar y descansar, pero aun no termina la carrera.
Del kilómetro 40 al 42.195 es la vejez. Sabes que ya llegaste aunque tu cuerpo esta cansado y lleno de dolores recobra energía, una sonrisa vuelve a tu rostro. Hay muchas porras alrededor y saludad y ríes y animas y gritas.
En la recta final vuelves a sentir la fuerza de los primeros kilómetros y llegas dando lo ultimo que te queda. Vas con tu familia corriendo a tu lado, con tus amigos echándote porras en la meta y con la satisfacción de haberlo logrado, de haber vencido y haber entregado todo lo que tenias.
De eso se trata la vida, de entregarlo todo, de dar lo mejor de ti siempre. Cada una de las personas con las que compartiste tu camino te dejo algo, marcaron tu carrera y tu marcaste la de ellos. Mi mayor deseo es llegar a esa recta final rodeado de mi familia de mis amigos, con una sonrisa sabiendo que no me guarde nada y que lo hice lo mejor que pude.
Nacho Llantada
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