La primera semilla dijo:
¡Quiero crecer! Quiero impulsar a mis raíces hondo dentro
del suelo que está debajo de mí, y expulsar a mis retoños a través de la
corteza de la tierra que está sobre mí… quiero desplegar mis tiernos brotes
como banderas que anuncien la llegada de la primavera… ¡quiero sentir el calor
del sol sobre mi rostro y la bendición del rocío matinal sobre mis pétalos!
Y creció.
La segunda semilla dijo:
Tengo miedo. Si impulso mis raíces dentro del suelo que está
debajo de mí, no sé lo que encontraré en la oscuridad. Si me abro paso por el
suelo duro que está sobre mí, puedo dañar a mis delicados retoños…. ¿qué tal si
al dejar que mis brotes se abran, un caracol trata de comérselos? Y si abriera
mis capullos, un niño pequeño podría arrancarme de la tierra. No, será mucho
mejor que espere hasta que no haya peligro.
Y esperó.
Una gallina de corral que buscaba comida afanosamente entre
la tierra de comienzos de primavera, encontró a la semilla en espera y
rápidamente se la comió.
MORALEJA DEL RELATO
Aquellos de nosotros que nos negamos a arriesgarnos
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