A veces, cuando te veo flaquear por la falta de confianza,
o porque has tenido un mal día,
mi admiración crece,
te veo reponerte, levantarte, sacudir el polvo
y volver a sonreír y seguir.
Te admiro por quién eres y por quién me ayudas a ser.
Por cómo eres y por quien luchas ser.
Te admiro con la grandeza de saber
que tu interior es más inmenso que el universo.
Que tu bondad sobrepasa límites.
Te admiro, con la mente y con el corazón.
Te admiro de forma racional y de forma visceral.
Te admiro con y sin sentido.
Te admiro.
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