Lo sé, suena atrevido pero así es.
Qué hacer si con tan sólo mirarte,
mis ojos caen rendidos a tus pies,
Susurrando versos a escondidas.
Mis sueños llevan tu nombre,
mis memorias se han revestido de ti,
por favor solo ¡mírame!
No te detengas, no temas.
Pues bien, soy atrevido y soñador,
porque deseo lo inalcanzable
y anhelo lo incompresible.
La utopía de tu amor,
la profundidad de tu voz,
el vasto firmamento de tu rostro
que me atrae, me ata y me quema.
¡Acércate! No huyas, no te resistas.
Sé fiel a lo que sientes,
hazme tuyo en las palabras,
las que de tu boca afloran con dulzura.
Como las estrellas en el infinito cielo y las olas al mar.
Déjame pertenecerte, déjame amarte, como el sueño eterno de una nueva melodía.
Permítele a mis manos pasear por tu rostro como brisa que acaricia el pétalo de una flor y baña los montes con delicada lluvia, buscando así complacer tus ganas de amar.
¡No dudes! Que mis palabras son ciertas.
Quizá no sean las mejores, pero sí sinceras.
¿A quién puedo engañar? Si ni yo me creo fingiendo que no me gustas, que no me atraes.
Intento llegar al fondo de esta locura confiando que nada es imposible, que la sonata de tus ojos, y la sonrisa de tu alma serán para mí como eterna melodía.
Es hora de llegar a un acuerdo
estar o no en el laberinto del riesgo,
anhelando que de tu voz obtenga como respuesta un SI.
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