Con el dedo índice de mi mano derecha aparto los mechones de
tu melena que te cubren la cara.
Los recojo tras tu oreja. Todo tu perfil
izquierdo esta ante mi.
Me inclino, y casi sin tocarte te beso en la sien.
Suavemente mis labios pellizcan tu ceja con otro beso pequeño.
Continuo y beso
tu párpado como lo harían dos bolas de algodón. Sigo con otro beso mínimo en el
centro de la mejilla.
Dibujo el contorno de tu mandíbula con un par de besos
ligeros. Llego a tu barbilla y la beso dulcemente.
No me queda mas que besarte los labios, pero tú te me
adelantas, y con medio gesto pones la boca a un milímetro de la mía. Tan cerca
que sin besarte siento tu aliento como si lo hiciera. Inevitablemente iniciamos
un beso diminuto, al que sigue otro mas caliente.
El peso del mundo me empuja hacia ti y tenemos el beso mas
intenso. El que hace desaparecerlo todo. El que nos llena de luz. El que nos
acerca. El que nos une. El que acaba asfixiándonos. El que nos inflama las
venas. El que nos hace vivir. El que nos regenera.
Puedo darte miles de besos en una noche y...
... ninguno es igual a
otro.
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