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Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó,a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde
maravilloso y había un monton de arboles, pájaros y flores encantadoras; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada... una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.
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Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre unas de las piedras, aquella inscripción..:
Abdul Target, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 dias.
Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida.
Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar.

Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una, empezò a leer las piedras.
Todas tenian inscripciones similares: un nombre y el
tiempo exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años. Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar
El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó.
Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
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Y después...la emociòn del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿cuanto duro?, ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una
semana?... ¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo?, ¿y el casamiento de los amigos?, ¿y el viaje mas deseado?, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un pais lejano?, ¿cuánto tiempo duró el disfrutar estas situaciones?.
Asi vamos anotando cada momento que disfrutamos, cada momento. Cuando alguien se muere, es nuestra
costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba,porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido.
JORGE BUCAY
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